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La Alhambra :leyendas árabes

Litografía de J. J. Martínez (Madrid) - impresor
1856

  • Lugar de Publicação [Madrid] : J. J. Martínez (Madrid : Litog. de J. J. Martínez, editor, Desengaño 10)
  • Dados de edição [Madrid] : J. J. Martínez (Madrid : Litog. de J. J. Martínez, editor, Desengaño 10)
  • Tipo de Documento Dibujos, grabados y fotografías
  • Matéria Carteles de publicaciones
  • Descrição física 1 cartel (2 hojas) : litografía a tres tintas; 129 x 97 cm
  • Descrição Texto del cartel: "J. J. Martinez editor. / Los alcazares de España, / La / Alhambra / leyendas arabes / por / Don Manuel Fernandez y Gonzalez / Bases y condiciones de la publicacion ..."
    Imagen de 39'5 x 46'5 cm en el centro que representa un musulmán leyendo sobre un fondo de paisaje con varios castillos
    Memoria de la seducción : carteles del siglo XIX en la Biblioteca Nacional p. 275, 369, n. 208.
    Obras Maestras de la Biblioteca Nacional p. 55, n. 39.
    El cartel en España, 2014 página 70.
  • Número de chamada CART.P/143
  • Identificador bdh0000032930
  • Coleções relacionadas Obras Maestras > Historia de España > Carteles publicitarios
  • Resumo La obra de Fernández González responde al éxito de las narraciones exóticas, heredado del primer romanticismo y, no en menor medida, del impacto provocado por las primeras traducciones a lenguas occidentales de Las mil y una noches. La obra se edita en los talleres del impresor y litógrafo madrileño J. J. Martínez, que realiza una edición muy cuidada y magníficamente ilustrada, muy en línea con la tendencia romántica, que trae consigo la inclusión de ilustraciones que refuerzan el exotismo, y con el lujo del bibliófilo, propio de un tipo de obras que se acercaban a temas que estaban entre lo histórico y lo legendario para atraer a un público amplio. El cartel que acompaña a la obra, una litografía a tres tintas, es una muestra de los numerosos carteles que se imprimieron a partir de la década de 1840 para publicitar la edición de un libro, o, más frecuentemente, una colección. En este caso, el editor anuncia que se regalará a los lectores, cada dos entregas, «una magnífica lámina litografiada», lo que refleja con toda claridad la potencialidad publicitaria de estas ilustraciones. Las láminas que acompañaban a los libros se distribuían tanto en las librerías como entre los propios lectores, que las compraban como elemento ornamental, aunque su difusión llegó a ser tan popular que a finales de la década de 1860 empezaron a perder valor como objeto artístico