La colección de este título en la Biblioteca Nacional de España la integran sólo su primera y cuarta entregas, del 24 de enero y el 5 de febrero de 1873, respectivamente, aunque hay referencia de que publicó un quinto número, el ocho de febrero, según un opusculito de Juan José Rodríguez López de 1886. El “objeto principal” de su aparición había sido “manifestado claramente” en el prospecto (cuyo paradero también se desconoce), que no fue otro que investigar a los autores del asesinato del general Juan Prim, en la noche del 30 de diciembre de 1870, considerado el principal valedor de la solución dinástica de Saboya a la Corona de España. Apareció pues durante las dos semanas anteriores a la abdicación del rey Amadeo (1843 - 1890), el once de febrero de 1873, que dio paso a la I República Española. Por su minúsculo formato (en 8º) es tildado de “periodiquillo”, pero también lo puede ser por ser tachado de “periódico - libelo”. Según un artículo publicado sobre la tragedia de la calle del Turco, publicado por José Fernández Amador de los Ríos en La Libertad, el 5 de enero de 1933, sirvió para defender “hábilmente” a José Paúl y Angulo (1842 - 1892). A éste político y escritor se le señalará como ejecutor material del asesinato en el ensayo histórico que el jurista Antonio Pedrol Rius publicará en 1960 y ampliará en 1971. Según el citado Pedrol Rius, Paúl y Angulo había contado con la complicidad del coronel Felipe Solís y Campuzano, ayudante del duque de Montpensier, cuñado de Isabel II. Otro de los sospechosos será José María Pastor, jefe de la policía secreta y escolta y mano derecha del regente, el general “bonito” Francisco Serrano (1810 - 1885). El Acusador - que pudo estar dirigido por el propio Paúl y Angulo desde Francia, a donde se había exiliado - imputó “incansablemente” tanto al duque de Montpensier como a Serrano del asesinato de Prim. Sin embargo, para Checa Godoy (2006) no logró su objetivo de desenmascarar a los asesinos. En las entregas de esta publicación sólo aparece la atribución de que fue estampada en la Imprenta de F. Escámez, establecida en el número dos la calle de Santa Águeda, de Madrid, mientras que la administración se hallaba en el bajo del número doce de la calle de San Lorenzo, en donde se supone que estaba también la redacción. Los cuadernos son de 16 páginas cada uno, y tienen foliación seguida. En sus “bases” se dice que se publica “en forma de folleto… los días que su Director lo crea conveniente; pero sin dejar de aparecer lo menos tres veces por semana”. En la “Advertencia” con la que empiezan las tres primeras entregas se dirá: “Ahora veremos cuántos son los amigos del asesinado”, a los que –junto a los “demás españoles honrados”, añade - pide que favorezcan al periódico a través del correspondiente abono de suscripción. Las iniciales y poblaciones (y a veces los cargos públicos que ostentan) de sus suscriptores los incluirá en una sección fija denominada Correspondencia administrativa. Al final, pagados los gastos de impresión, señalará que el dinero sobrante irá destinado “a la redención de esclavos en las Antillas”. Los textos que inserta van encabezados con epígrafes, como Incógnita misteriosa, Problema, Interrogaciones, Cabos sueltos, Acusaremos o Pruebas son amores y no interrogaciones, y tendrá también Sección humanitaria, Sección política y otra de Última hora; textos que algunas veces forman series continuadas. Aparece un largo poema bajo el título A la memoria del Excmo. Sr. D. Juan Prim y Prats. La última aportación sobre el primer magnicidio de un presidente del Gobierno español es La berlina de Prim, obra del hispanista Ian Gibson, Premio Fernando Lara de Novela (2012).